La toxina botulínica es una neurotoxina que, pese a ser liberada por el botulismo (una enfermedad que surge de una bacteria que provoca parálisis muscular), es también un fármaco que se usa con fines médicos para tratar algunas enfermedades neurológicas y también en la Medicina Estética.

También tiene otras aplicaciones médicas como la corrección del exceso de sudoración o el tratamiento de tics y espasmos musculares.

Pero las mismas propiedades que hacen peligrosa a la toxina botulínica también la hacen útil. Actúa bloqueando las señales nerviosas que ordenan a los músculos tensarse o contraerse. Cuando esto se produce en los músculos que controlan la respiración, puede provocar asfixia. Sin embargo, hay enfermedades en las que los músculos se contraen demasiado o en un momento inoportuno. Las inyecciones de toxina botulínica pueden tratar estas afecciones obligando a los músculos a relajarse.

La toxina botulínica también puede aliviar ciertos tipos de dolor. Se ha demostrado que alivia un tipo de dolor de cabeza recurrente llamado migraña crónica. También puede bloquear la capacidad del cuerpo para producir sudor y saliva. Por lo tanto, puede tratar enfermedades en las que el cuerpo produce demasiada cantidad de cualquiera de estas sustancias. Para obtener más información sobre las afecciones para las que se utiliza la toxina botulínica, consulte el recuadro Decisiones inteligentes.

¿Por qué se realiza?

Su uso más común es la inyección en cantidades minúsculas en puntos estratégicos de la cara para tratar y minimizar los surcos arrugas de expresión.

También está indicado su uso para tratar la sudoración excesiva o hiperhidrosis.

¿En qué consiste?

La toxina botulínica actúa disminuyendo la contracción de los músculos faciales temporalmente, dejando la piel tersa y tonificada, corrigiendo las arrugas y previniendo su progresión. Las inyecciones de toxina botulínica debilitan y paralizan determinados músculos, bloqueando algunos nervios.

Los efectos de la inyección no son inmediatos, se empiezan a revelar una vez transcurridos tres o cuatro días, dependiendo de cada paciente. Los resultados son altamente satisfactorios.

Además, según el paciente el efecto de la toxina botulínica puede durar entre cuatro y ocho meses, por lo que, para mantenerlo, se deberán realizar tratamientos de recordatorio.